El impacto de la CDSB en mí
Por Erick Cuevas Fernández, M. en C., Bioinformático. Universidad Nacional Autónoma de México. Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Laboratorio de Biología de Sistemas y Medicina Traslacional. @ErickCuevasF
En 2018 escuché de un workshop donde Martin Morgan se presentaba en México, en ese entonces solo tenía unos cuantos meses aprendiendo a usar R. En tiempo desconocía quién era Martin Morgan y tenía vagas nociones de Bioconductor. Ese año inicié a tomar los talleres internacionales de bioinformática.
Fue gracias a tomar el 2019 CDSB workshop que pude tener un nuevo panorama internacional del desarrollo de R, conocer que existían eventos como useR, BioC, rstudio::global( ), etc., Fue de gran motivación que una comunidad mexicana estuviese haciendo un esfuerzo para esparcir conocimiento, inspirar y expandir la perspectiva de la colaboración y desarrollo de software libre a mexicanos. Como estudiante de posgrado y con los recortes a ciencia que cada vez son más frecuentes en México, es complicado viajar a otro país para atender un workshop o un congreso, por el tema de VISA, pasaporte, pagar un vuelo, hospedaje, comidas e inscripción. Es por ello que se valoran los CDSB workshop de calidad internacional accesible por su ubicación y costo a muchos estudiantes mexicanos. Y no solo eso, la misma CDSB ayuda y promueve la solicitud de becas para estudiantes mexicanos en workshops y congresos para desarrolladores de R en otros países.
Este 2020 con la pandemia y la promoción de la CDSB, fue que tuve la oportunidad de asistir al BioC2020. La dedicación y esfuerzo de cada ponente para explicar un tema relevante y especializado fue asombroso. El conocimiento que se exhibía en tan solo una hora fue impactante. A pesar de haber sido de manera virtual, era de admirar el compromiso de Bioconductor para que cada expositor generará interacción con todos los asistentes. La inclusión y el apoyo de la comunidad Bioconductor es impactante, dispuestos a cooperar y ayudar. Sin importar su edad, nacionalidad, sexo, o grado, todos tenían la intención de ayudar, cooperar y compartir. Se sintió una enorme emoción al ver mexicanos exponiendo su propia paquetería, personas que conoces físicamente, estudiantes como yo. Acabando el workshop terminé con una sensación de felicidad, entusiasmo, inspiración, con ganas de aprender y compartir.
#BioC2020 @CDSBMexico My first BioC, I really enjoyed it a lot, opened up a universe for me. I feel responsible and enthusiastic to share what I have learned in my academic community and continue learning. I look forward to exhibiting my first first pack in BioC2021 next year pic.twitter.com/1K9dscoB1e
— Erick Cuevas (@ErickCuevasF) July 31, 2020
El workshop CDSB 2020 no fue la excepción, la comunidad entera transmitió esa chispa de entusiasmo, de expandir y mejorar. Por supuesto que el contenido académico y el conocimiento que se mostró fue muchísimo, como darle mantenimiento a las sesiones de R, trabajar con github, elegir nombres adecuados para cada proyecto, hacer pruebas de calidad a las funciones, debbuging, workflows para el manejo de datos de scRNAseq y una aplicación de ello con expresión espacial.
Al pensar en la CDSB y en las comunidades internacionales que apoyan la inclusión y la diversidad, pienso en este fragmento del poema “sembrando” del poeta Marcos Rafael Blanco Belmonte:
yo me afano y me impongo ruda tarea
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo
aunque pobre y humilde parezca y sea.
¡Hay que luchar por todos los que no luchan!
¡Hay que pedir por todos los que no imploran!
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!
¡Hay que llorar por todos los que no lloran!
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales.
Hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales.
Hay que imitar al viento, que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura,
y hay que vivir la vida sembrando amores,
con la vista y el alma siempre en la altura.
Dijo el loco, y con noble melancolía
por las breñas del monte siguió trepando,
y al perderse en las sombras, aún repetía:
¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!…