La Bioinformática, una disciplina en auge en el mundo

La Bioinformática es un área interdisciplinaria en la que convergen las tecnologías de la información y las comunicaciones con las ciencias de la vida, donde los recursos computacionales y humanos asisten al análisis de cantidades enormes de datos biológicos, para extraer de ellos información valiosa y obtener resultados con impactos beneficiosos en la salud humana o animal (González Hernández D**., 2007).**

Desde la segunda mitad del siglo XX, la biología ha tenido una relación creciente con las ciencias de la información. Su relación se inicia debido al constante impulso del hombre por saber de qué estamos hechos, y fue por allá de 1956 con la secuenciación de la primera proteína por Margaret O. Dayhoff. A partir de entonces, con la constante producción de información biológica, la cual crecía a un ritmo lento comparado con el actual volumen de generación de datos, se creó la necesidad de recopilar y organizar toda la información generada a partir de dichos proyectos de secuenciación, surgiendo así, la primera base de datos con información biológica llamada Protein Data Bank (PDB) (Benítez Páez A, Cárdenas Brino S, 2010).

Esa relación incipiente de las ciencias de la vida con las ciencias de la computación ha dado origen a una disciplina que ha cobrado vida en los últimos años: la bioinformática.

Los mayores avances en la bioinformática acontecieron en años posteriores a la creación de la primera base de datos, y fue con la generación de algoritmos matemáticos para el análisis de secuencias, así como también, la creación y el impuso dado a las bases de datos y herramientas para el análisis de secuencias con un impacto a nivel global.

Además, con la creación del consorcio para la ejecución del proyecto de secuenciación del genoma humano (Human Genome, HUGO), en 1993, se inició la era genómica. Siendo la decodificación del genoma humano un proyecto tan ambicioso, que otros consorcios se crearon con el fin de secuenciar los primeros genomas no virales. En 1996, S. cerevisiae fue el primer genoma eucariota secuenciado. En 1995 y 1997, respectivamente, los genomas de Haemophilus influenzae y Escherichia coli fueron los primeros genomas bacterianos publicados. Entre los años 1998 y 2000, se tuvieron los genomas secuenciados de Caenorhabditis elegans, Pseudomonas aeruginosa, Drosophila melanogaster y Arabidopsis thaliana. En el año 2003, se finalizó la secuencia definitiva del genoma humano y, este hecho se logró gracias a la proyección y explotación del potencial de la industria biotecnológica.

Como consecuencia, todos los avances tecnológicos destinados al campo de la genómica lograron proyectar a la comunidad científica hacia la secuenciación del genoma de cualquier organismo de interés científico o económico. Hoy en día, existen más de 12,574 genomas de bacterias completamente secuenciados y más de 65,142 proyectos en curso (GOLD Database, https://gold.jgi.doe.gov/index release v.6).

La gran cantidad de información generada a partir de los múltiples proyectos de secuenciación hizo que las bases de datos crecieran a un ritmo acelerado y casi insostenible. Al mismo tiempo, el enorme volumen de datos conlleva a que el número de herramientas de análisis y algoritmos computacionales surjan al mismo ritmo para poder extraer un conocimiento tangible que permita dar un significado a la diversidad biológica de nuestro ecosistema.

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Delfino García-Alonso
Técnico Académico
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